Fallo Concurso contra el virus

4 de mayo de 2020
4 de mayo de 2020 Palin

Fallo Concurso contra el virus

FALLO CONCURSO

Buenos días, son las 12 de la mañana del día 4 de mayo, Fallo al concurso de Relatos contra el Virus.

El fin de este concurso no era otro que mantener la cultura, la literatura y la lectura viva, fomentarla en estos momentos de confinamiento, donde la necesidad de #Yomequedoencasa, casi nos reduce la vida a un poco más de la visión de cuatro paredes.

Por eso este concurso lo dejamos completamente abierto a que todos pudieran participar, animarse a escribir, a sacar de nuestro corazón la ganas de poner en el blanco papel las necesidades de contarle a los amigos.

La temática de la obra a concurso será de libre elección.

Las obras estarán escritas en español.

Podrá participar cualquier persona mayor de 18 años y de cualquier nacionalidad.

Soy Asensio Piqueras, presidente de la asociación Palin y acompañado de la presidenta de la Fundación Amigos de la LecturaEncarnación Martínez Segado, colaboradora indispensable en este concurso dando el apoyo necesario al fomento de la lectura, y Raúl Gómez, nuestro secretario y responsable de este galimatías que ha supuesto la gestión de este premio.

El jurado ha decidido por unanimidad que el primer premio a este CONCURSO DE RELATOS CONTRA EL VIRUS sea ex-aequo. Tenemos dos ganadoras:

Mar García Rubira con su relato MAÑANA y María Jesús Marín Candón con su relato CIENTO VEINTE SEGUNDOS.

Que el finalista sea para Salva Solano Salmerón con su relato LA JAULA DE PAPEL.

A continuación, los relatos seleccionados como ganadores y finalista y la relación de los finalistas

Mar García Rubira

MAÑANA

Allí estaba un día más, mirando sin ver a través del cristal, absorta en los mismos pensamientos que no dejaban de atormentarla una y otra vez. ¡Cuántas cosas se habían quedado en la lista del “Mañana”! Después, más tarde, luego, otro día, en otro momento, ya habrá tiempo… expresiones que empleaba con frecuencia sin haber sido consciente de lo incierto e inestable que puede llegar a ser el futuro. Está en el aire y puede tambalearse ante cualquier vendaval, llevándose sueños y planes, pospuestos a la espera de una mejor ocasión. Y sucedió, sin poder hacer nada para remediarlo. El tiempo cambió pausando su vida, como aquel reloj de pilas gastadas que ralentiza su caminar sin detenerse por completo. ¡Qué ironía! Cuántas veces había deseado parar el tiempo, mientras la arena del reloj se le escapaba de las manos en forma de días, semanas o meses. Ahora, se habían cumplido sus deseos, estaba allí, paralizada con proyectos tan minuciosamente programados que tendrían que posponerse, una vez más, por no llevarlos a cabo en su momento. Con el cronómetro puesto a cero sin saber cuándo reanudaría su marcha. Pasando el tiempo para que el tiempo pasara, intentando dar respuesta a preguntas vestidas de reproches que irrumpían en su mente, estallando como petardos que atormentaban su cabeza. ¿Por qué no habría?, ¿por qué dejaría de?, ¿por qué no diría? seguían sucediéndose sin descanso, explotando cual traca muy bien programada mientras se juraba, una y otra vez, no cometer los mismos errores. Lo que no sabía, o tal vez no quería saber, es que no cumpliría su promesa. Aprendemos de nuestros errores, pero olvidamos parte de las enseñanzas para equivocarnos de nuevo. Posiblemente erraría menos o de manera diferente, pero, seguro que los tropiezos volverían a sucederse.

El aire fresco de los sueños hizo acto de presencia dispersando, poco a poco, el humo de su mente y permitiéndole ver un atisbo de luz. Fue entonces, cuando una leve sonrisa y un halo de esperanza empezaba a surgir en su abatido rostro. Imaginando un mañana, planeando qué errores no repetiría y cometiendo ya el primero de ellos: PENSAR EN EL MAÑANA, planificar un dudoso porvenir, fantasear con lo efímero… Aunque nadie la culparía, puesto que, soñar da fuerzas para seguir adelante. Es necesario abrir la ventana de los sueños para respirar aire fresco y olvidar, aunque sea por un momento, la realidad. Así que, sí, mañana será otro día y pensará en ti con la mejor de sus sonrisas, convencida, o intentando convencerse, de que las buenas cosas están por venir, porque, si llegaba a mañana, ya tendría un motivo para estar feliz, otra oportunidad para equivocarse, tropezar o tirar la toalla. Pero, también tendría la opción de recoger esa toalla, levantarse y rectificar el rumbo, secarse las lágrimas y sonreír, porque nada ni nadie podría arrebatarle jamás sus ilusiones o cerrarle esa ventana a la que asomarse para respirar el aire fresco de sus anhelos, de su MAÑANA.

María Jesús Marín Candón

CIENTO VEINTE MINUTOS

Ya son las siete. Oigo moverse el ascensor. Va a ser Ella. Sí. Estoy seguro. Por la hora, solo puede ser Ella. Sube. Se detiene en este piso y suena el repiqueteo de sus tacones en el descansillo. Me asomo directamente por la mirilla para asegurarme de que es Ella y la veo. Hoy viene vestida de gris y creo que, cuando salió de mañana, esperaba tener un día duro porque lleva sus zapatos rojos. Después de tanto tiempo contemplándola y analizando su carácter desde la distancia, ya sé que hay días en que necesita ese refuerzo. Bueno, en realidad, la oí una vez decir a alguien por teléfono que «el mundo se ve mejor desde unos tacones rojos».

En estos momentos, para Ella, más que para los demás, todos los días son duros. Del hospital a casa y de casa al hospital, codo con codo con el dolor y la muerte. ¡Quién dice que algún día no sea la suya propia!

¡Cómo me gustaría aliviarle ese peso! Pero Ella solo sabe que soy su vecino de enfrente; el que muchas veces se hace el encontradizo cuando viene o cuando se va; el que aprovecha para sacar al perro cuando la oye marchar y así poder compartir con Ella los ciento veinte segundos que tarda en bajar el ascensor. Lo tengo medido, son los mejores segundos de cada día de confinamiento. Es difícil mantener la distancia recomendada dentro de un ascensor, sin embargo, me permite bajar a su lado. La primera vez intentó que no lo hiciera y, como no lo consiguió, ya no me dice nada. Me saluda con una sonrisa y bajamos sin pronunciar una sola palabra, dándonos la espalda. Con eso me basta.

Voy hacia la habitación del fondo, que es la que queda más cerca de la suya, y pego la oreja a la pared. He desarrollado un agudo sentido del oído. Sé que se ha quitado los zapatos, que se está desvistiendo, que está llevando la ropa a la lavadora y que vuelve para darse una ducha. Pone música. Después, oigo caer el agua durante mucho tiempo mientras la imagino con los ojos cerrados, dejándose empapar esperando que todo el desconsuelo que trae se vaya por el desagüe.

Y luego, el silencio. El mismo silencio que hay afuera, cada vez más profundo y envuelto en un aire más denso. A este lado, miedo e impotencia. Por Ella, por mí, por todos.

Salva Solano Salmerón

LA JAULA DE PAPEL

Me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño.

PABLO PICASSO

La cuarentena por el coronavirus le obliga a estar más tiempo en casa. Así es como ha encontrado, en un cofre de plástico arrumbado en el trastero, esa libreta pautada que alguien rescató del naufragio.

Pasa las hojas con mano poco firme. Contempla los dibujos infantiles que coloreó sin salirse apenas de los bordes. Lee los ejercicios de caligrafía: «El pato nada en el río», «La gallina cacarea»…

… «El pajarito no quiere jaula». Esa página le atrapa. Sobre la frase hay un dibujo, el único que no ha sido coloreado en esa libreta ENRI Serie Folk tamaño cuartilla. El artista apretó demasiado el lápiz, el relieve de los trazos ha quedado marcado en el reverso de la hoja. Y el pájaro está triste. No sabría hoy, con cuarenta y un años cumplidos en confinamiento, dibujar un pájaro con una expresión tan triste. El ave de cabeza deforme mira hacia el margen izquierdo. Si lo observa fijamente, las rayas horizontales parecen estar delante del pájaro, que queda así atrapado en una jaula de papel.

Se propone liberarlo. Dobla un folio, lo parte por la mitad, lo coloca a la derecha de la libreta y toma el lápiz de subrayar. Al esforzarse en reproducirlo de la manera más fiel posible, se fija en detalles en los que no se había detenido, como el orificio para respirar representado por el niño —por él niño— con un punto en la base del pico.

Valora el resultado: se advierte la falta de práctica, hacía décadas que no dibujaba. En su pájaro no hay rastro de la tristeza que desprende el original.

Se le ocurre algo. Toma la libreta y camina con pasos acelerados al salón. Separa esa hoja de las demás, sin arrancarla, la apoya en la ventana y la cubre con el medio folio en blanco. Repasa los contornos, despacio, con mucho cuidado. Respeta incluso las supuestas imperfecciones, el ala que se interna en la cabeza o las seis líneas de la cola que no llegan a unirse al cuerpo.

Cuando más absorto está en su labor, le cae un recuerdo eléctrico. La descarga lo arroja hacia atrás más de treinta años. Aterriza de rodillas en el sofá de otro salón que creía olvidado, donde calca contra la ventana. Siente el frío del cristal y el tacto traslúcido del papel cebolla, que también le hace llorar.

 

TODOS LOS FINALISTAS

Antonio Fuentes Maiques

Antonio Pujante Cuadrupani

Arístides Minguez

Belén Sánchez

Carmen Mª Mayol Moreno.

Diego Rosique Pérez

Dolores Rodríguez Romero

Encarnación Martínez Segado

Eva María Rios

Fernando Castillo Pérez

Fuensanta Tomás

Gema Jiménez Cabezas

Inés María Martin Elvira

Inma Escribano Albendea

Irel Bermejo

Javier Bstida

Joaquin García Box

Joaquina Martínez Rodríguez.

Jorge Moya Olcina

José Antonio Cantarero

Jose Antonio López Ratroll

Jose Caride García

José Manuel Rocha Roldán

Juan Martín Rodríguez Coronado

Juan Tomás Frutos

Julián Peñaranda Gómez

Julio Puigcerver Alarcón.

Lara Hernández Abellán

Luis Mariano Rey Gómez

Manuel Morales

Mar García Rubira

María el carmen Mora Polo

María Jesús Marín Candón

María Millán Navarro.

Mariano Sanz Navarro

María Encarnación Pérez Zarauz

Miguel Ángel García García

Paco rabadán

Patxi Hinojosa Luján

Pedro Antonio Pedreño Caravaca

Pedro Rojo

Pilar Boraz

Rafael Hortal

Salva Solano Salmerón

Santiago Hernandez

Sebastiana Espin

Silvia Asensio García

Úrsula Agustín Monserrate

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